“Cierta Femenina Oscuridad” aparece como un poema dramático
estructurado en siete capítulos que en realidad configuran un solo
diálogo, más bien un monólogo entre consciente e inconsciente, entre
hombre y mujer, vicio y virtud, amor y erotismo, sumisión e
irreverencia.
La pregunta que dota de sentido al texto es la pregunta por la
sexualidad femenina, encarnada en forma par por dos personajes símbolos:
Tulcea y Udine: Tulcea representa a la amante, la mujer sumisa,
sacrificada, erótica, devoradora, la costilla de adán, el silencio de la
mujer, sus fluidos, su caprichoso extravío. Su histeria.
Udine, mientras tanto, es la voz sabia, que guía, que aconseja,
reordena. Udine es el consciente, es la voz maternamente de esa Tulcea,
que se odia a si misma, que es una y múltiple, que es devoradora, pero
masoquista, en fin, es autofágica.
El deseo de Tulcea es poseerse a si misma, pero este deseo falla, por
el hombre: el sexo masculino interrumpe la auto posesión y la condena a
vivir dominada para conseguir de él las percepciones de ella entre el
placer y la existencia.
El es Nak, la contrafigura masculina, asustado, macilento, inquieto
por las pasiones que despierta. Además, Nak no es sino un pretexto para
esta Eva, paridora de seres, de una humanidad que le exige cumplir un
papel, que la necesitan.
El texto se cumple con la integración de Tulcea y Udine y el
alejamiento de Nak. Sabiduría y erotismo se fusionan conformando a la
mujer.
¿Que molesta al texto? Qué lo obsesiona?. La obsesión es la pérdida
de ser, no lograr ser en el otro ni con la otra que lleva consigo.
Disgregada, interrupta, se experimenta como bestia, esclaba, hembra
sadomasoquista que goza de placer con los golpes y el sufrimiento,
adepta de la mirada y del goce que incita, excita al otro. Es la que
vive del otro. No lo ama, le exige, le pide dominación, dolor, cortes,
castración.
Además Cierta Femenina Oscuridad es un texto en trance de parirse
parirse como poema, como drama, como épica? No lo sabemos, es multiforme
y multilingue.
Desde la Biblia hasta el I Ching, pasando por textos de psicología de
divulgación, se predican “argumentos” sobre la mujer. Se la califica,
se la tacha, se la predica, La mujer es el objeto de sermón bíblico,
religioso, lingüístico, lexicológico, psicológico, etc. Que ocupa una
buena parte del texto de E. Prado. Como si nos propusiéramos llenar un
espacio inconcluso, una zona desvastada, desamparada y lo hiciéramos
mediante palabras: no muchas, las que circulan, desde occidente a
oriente en el medio local.
Bellas frases poéticas alternan estos mensajes conocidos “No hay
placer sin que exista su opuesto, sólo llegaré hasta el final cuando me
acerque todavía más a su profundidad infinita”.
“Nuestra existencia estaba separada por la fragilidad del silencio” p.16
El texto de E. Prado logra atraer por el predominio de lo semiótico y pulsional que devora el lenguaje en sucesivas formas, constituyendo una especie de desesperado diccionario de esa psicósis en llamar amor: cuando el ser de la mujer encarna en otro y experimenta así el vacío, la ausencia, el misterio de la muerte y la vida en su inextricable conjunción. Tulcea sabe que ha sido formada dentro de un programa cultural, su drama es no poder pararlo. Y porqué es un drama, el texto llena con astucia, con ironía y belleza ese pasaje entre cómo se llega a ser mujer casi sin desearlo, con ira y rebeldía, con cansancio y con odio. Ese es el límite del texto, lo pulsional y el lenguaje cultural que bosqueja como un formato mayor el texto de los personajes, los que dotan lo femenino como una oscuridad. La locura de la mujer es funcional al texto “abandónate a mí: sólo a través de tu locura podré ser razonable” dice Nak la contraparte masculina.
El texto de E. Prado logra atraer por el predominio de lo semiótico y pulsional que devora el lenguaje en sucesivas formas, constituyendo una especie de desesperado diccionario de esa psicósis en llamar amor: cuando el ser de la mujer encarna en otro y experimenta así el vacío, la ausencia, el misterio de la muerte y la vida en su inextricable conjunción. Tulcea sabe que ha sido formada dentro de un programa cultural, su drama es no poder pararlo. Y porqué es un drama, el texto llena con astucia, con ironía y belleza ese pasaje entre cómo se llega a ser mujer casi sin desearlo, con ira y rebeldía, con cansancio y con odio. Ese es el límite del texto, lo pulsional y el lenguaje cultural que bosqueja como un formato mayor el texto de los personajes, los que dotan lo femenino como una oscuridad. La locura de la mujer es funcional al texto “abandónate a mí: sólo a través de tu locura podré ser razonable” dice Nak la contraparte masculina.
Y para terminar cabe decir, que el gran arte del texto es la
productividad de su escritura, entrecortada con el decir común y
conservador, emergen las voces que pueblan un paisaje por todos
conocido: la tiniebla femenina, la grieta que todo lo contiene, la
Medusa que apenas si se ríe esta vez de si misma y de sus sombríos
pelos.
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